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jueves, 12 de agosto de 2010

¿Qué podré decir?

¿Qué podré decir? ¿Qué de lo que hoy la luna me cuente, o Fulvia impaciente grite sin precaución pueda enardecer y llevarme a los escombros? Nada, pues es nada lo que en estos ratos y estas alturas me pienso… 
Nadas revoloteando en mi cabeza pretendiendo convencerme de que no hay locuras dentro de ella, pretendiendo inventarme mil excusas… 
¿Qué podré decir? ¿Qué? si todo ya fue dicho, y dicho y hecho mi camino fue construido y vinculado hasta el hoy, y en el hoy, solo me hallo, solo he querido estar… 
No, en realidad no me arrepiento, que si Pía, que si Adriana, que si acaso Maricel pudieron revolverme desde la panza hasta los instintos? ¡Qué se yo! 
¿Qué podré decir? ¿Qué? si en esta noche, otra noche en la que mis letras van despacio flotando en el aire terso y frío que me cobija el cuerpo cual piel blanda y penetradora que se apega en son de protección. Y si es la misma noche la que me habla y me calla, malcriada gritándome a la cara los reclamos ya pasados, haciéndome caras de los momentos alguna vez alabados, y con el vigor frío de torturarme se atraviesa en mis visiones las sombras de un ayer repetido y atropellado… 
¿Qué podré decir? ¿Y qué podré callar? Aunque duros pasos en mi vida he dado sigo sin saber de exactitud… dos son ellos, dos fueron, dos siguen siendo y lo serán por siempre, dos personas, dos amantes, dos lunáticos, dos quienes con ansias de ser diferentes en algún momento me convencieron de una historia de amor… dos que sin saber que dos eran, se marcharon solos con un alternante dolor… 
¿Qué podré decir? Yo los vi, ojos de asustados corrieron desesperados, y brincando al son de un conejo blanco y tierno se convirtieron en seres intocables, almas desconfiadas, que sin llorar lloran, que si hablar hablan, que sin saber hablan… 
¿Y cómo podré ahora dormir? Si las ganas me tienen acorralado en mis cobijas junto a una lágrima terca de desgaste y degradación. ¿Cómo podré ahora escribir? Si lo que escribo son restos de anonimatos y pasajes de depravación. ¿Cómo podré en esta vieja noche dormir? Si lo que sueño son tormentos que insertados en mi mente me intersecan la vida robandose los sentidos y alegrías… 
Dos son ellos, dos que se me roban el sueño, dos amores perdidos, dos ardores en mi corazón arremetidos… 
…Y entonces ¡¿Qué podré decir?! 

Algún Eliseo (Ana Lía Casvar) 2004

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