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viernes, 30 de marzo de 2012

Raíz



El organismo, como un espejo perfecto,
en cuyo sistema la función y el movimiento parpadean con fijación.
se desarrolla con un ritmo único,
con sensación
con la formación mental de un camino, de una secuela, de un fruto.

Salvaguardar en un átomo de satisfacción la mortalidad
esa que ronda la superficie eléctrica del rozamiento energético sobre sus ejes diminutos,
provoca que el conjunto magnético comience a aparcar la sustancia,
transformando su contextura, como en una coreografía sobre la matanza.

Siempre coexiste ese gen persistente que intenta congelar un momento,
lo que equivale  a intentar evitar su misma eternidad con el soplido de un deseo egoísta.
Y es lo mismo que mantener vivo un desgarre interno,
todo funciona como una perenne ilusión controversial auto destructiva.

Luego continúa, la reproducción celular, de menor a mayor,
percibimos la realidad como círculos y líneas con espesor
que se reproducen, duplican en todas direcciones
moviéndose en celebración de la vida y cada una de sus proyecciones.

La respiración, como el aliento en agonía de una naturaleza cósmica,mística, sobrenatural,
abrazándose a la fuerza existencial, implorando la protección fraternal,
A veces volviendo a ser niños, desamparados, en abandono, buscando a su mamá.

Finalmente, la integración, como un todo que calza con la mayor simpleza universal,
reaccionando, provocando claridad,
Paz y son.
Emergiendo, sumergiendo, en el mar de la verdadera sobre-realidad,
el macro enlace, el macro propósito, el marco sentido. Subir, ir, volver, bajar. Entrar, salir...
de esta percepción colateral,
de esta raíz...

Ana Lía Casvar

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