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miércoles, 20 de marzo de 2013

Entrecruces



Quisiera dejar de pensar en dimensiones, que mi cabeza logre salir de esta condena que se limita a las coordenadas imaginarias, creadas para abominar mi espíritu, hundirlo en el desafío de la inexistencia forzada, creyendo que la vida es el acondicionamiento vacío e hipócrita que me detallan estas paredes laminadas. Es injusto.
Pero qué es la justicia sino más bien otra conceptualización creada. A este punto del sin sentido ya no necesito saber nada, de los términos, del lenguaje ni de las palabras. Necesito simplemente sentir, expulsar la contención con que se balancean estas fuerzas armadas y emigrar a otra forma de vida, una menos conflictiva y más sencilla. Es paradójico.
Una paradoja tan ridícula como inmaculada. Se preguntará el pichón a como tal vez me lo pregunto yo “¿qué he hecho para merecer esto?” Y sin embargo no se trata de merecerlo, se trata de detenimiento, detener cada momento en una burbuja que explota y se une al aire como el resto, de que  las conexiones y reconocimientos hagan su juego macabro en el cerebro para poder distinguir mágicamente cada espacio, color, figura, sonido y movimiento. Se trata de millones de células chispeando en mi ser cargado de energía, y vos que ahí te quedas, ¿qué miras?
Miras el espacio que cerrando tus ojos puedes contener como tuyo, el que siempre está en movimiento rojo, y sombras inentendibles se trasladan en miles de direcciones, uniéndose y separándose, como cosa de un ritmo altanero pero tranquilo. Sentirás que estás atrapado, ¿cómo no? ¿Cómo no ver el inmenso universo que se postra con la más simple vaguedad ante tus ojos que no están viendo, ante tu ser que no es físico, ante tu presencia que se ha vuelto una fantasmal creación especulando ya sin necesitar nada. Libre como la más palpable libertad ensordecedora que no necesita del vasto alimento humano. No somos humanos. Que NO.
¿Te has preguntado quién sos? Me he preguntado a qué vine acá. Y tal vez y sólo tal vez, a veces hallo una respuesta corta, vine a nacer, a vivir, a morir, a creer que había nacimiento, a creer que había muerte y a creer que había vida. Vine a creer. ¿Para qué? Para ser. Para saberme escapar de esta esclavitud. Vine a recodar y cuando recuerdo todo se va.

Ana Lía Casvar
Marzo 19 2013

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