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martes, 26 de abril de 2016

Desvelos de mujer a los 30



Así es como callo, como me importa y como me deja de importar. Como cada destello nace, surge, aparece sobre el cielo de los ojos y se reproduce en una silenciosa sonrisa, ese destello que explota con un solo acto en miles de demonios y añoranzas que alguna vez estuvieron y que ahora, que es como si una fuese otra, salen a flote, emergen como un salvavidas de fantasías que de niña añoraba pero que no entendía; y de pronto me veo reflejada en aquel mar, en aquel océano verdeazulado, y estando todo quieto entonces cobra sentido, y se me descifran los misterios que en el pasado me rompían la cabeza, me río, y ¡cómo no va a dar risa! Todo este acto, ¡cómo no va a dar risa!

Y es esta risa un encanto de mujer, y un canto a la nostalgia transparente y sencilla; es también un impulso del ahora, en el que sólo estoy con toda esta calma, con todos los demonios que resultaron ser sólo gatitos traviesos merodeando inocentes por mi ser; ese impulso en el que sólo estoy con todo mi yo, naufragando, domando ese mar indomable, salvaje y mojado de la vida, del amor, de las locuras que me han hecho quien soy hoy, que te han hecho quien sos hoy.

Soy los rulos que me cuelgan desteñidos y desordenados, los anteojos que me tapan casi media cara, esa piel que si no humecto ya no resbala como antes, y esa tez acaramelada, llena de paz, sabor y placer.

A veces pretender que a una la entiendan es una osadía, si vos misma sabés cuán loco, irracional y a la vez lógico es este viaje tremendo de ser mujer.

Sin embargo, quejarme no puedo, ¡cuán delicioso es esto también!

Lía 
Abril 25, 2016

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