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jueves, 12 de agosto de 2010

LA OLA

No me importan ya los hombres, 
Sus nombres y apellidos 
Sus juegos sus desvíos 
Sus miedos, 
Lo que fuera, 
Y lo que sea 
No puedo ir por el mundo haciendo estragos hasta de lo que el mismo Dios maneja 
No puedo ir por el mundo tampoco arrastrando siempre las mismas culpas, porque se incrementan 
Y no es que siempre me arrepienta de lo que hago porque no es cierto, bien que lo hago ¿no? 
Mas sin embargo no hay mucha cabalidad tal vez en todo 
Tal vez yo sí quiera querer, pero no lo puedo forjar tanto como quisiera 
Porque terminaría en extinción 
No importa ya lo que fue, es decir sí importa, pero a la hora que ud se postra debajo del cielo y se nota tan chiquito comprende que las lágrimas nunca valieron nada, y que dar diez mil pasos en un día tampoco 
Porque ud se queda quieto y se dice: ¡qué importa! o sea ¡¡¡que importa!!! Sí aquí estoy, como si nada, no interesa, que viví lo que viví, es mejor la mala experiencia que la nula… 
Yo prefiero que la ola me haya revolcado que nunca haberme metido al mar 
A pesar de que me dijeran: quédese a la orilla porque más adentro las olas son peligrosas 
Yo no hice caso, 
No pretendo que alguien más lo haga entonces 
Sin embargo luego de que salí de la revuelta me dije: ¡vaya! no hay momento más certero que el que nos provoca el mayor sufrimiento 
Porque yo no comprendía antes lo que era peligroso y aunque ahora lo haya sentido no significa tampoco que lo comprenda 
Tal vez no me corresponda 
La ola es ola y yo soy yo y somos distintos en cantidad 
Nunca comprenderé seguramente el misticismo del mar y las olas, mas sé que es su naturaleza ser peligrosas 
No su culpa. 
-fin- 
Ana Lía Casvar 2005

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