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jueves, 12 de agosto de 2010

Sangre de mi pensamiento

Ira contundente atravesándome los adentros llevo 
Y me doy cuenta que por más bello que quiera ponerlo 
El fondo de las cosas más fuerte parece, y no puedo detenerlo 
No hablo ya de lo que mis ojos me cuentan 
Ni de lo que mi corazón se emciona 
Mucho menos de lo que mis ansias locas ganas me provocan 
No espetúo yo mis sueños en lindas oraciones sin dueño 
Ni en soltantes vientos dejo ir mis argumentos hacia el mundo 
Ya no lloro yo las lágrimas de amores y esperanzas que antes tenía 
Ya no sonrío yo creyendo en la inocencia todavía 
Y las miradas de otros ya no pruebo, 
Ni me gusta labios toscos que me rocen si quiera de lejos la figura en llamas. 
Destruyo aquellos juegos burdos que propician lindas travesías falsas hacia mil lugares 
Y en un lugar me encuentro, 
Qué se sabe de los cabellos que recoge el viento en lindos suspiros 
Y de las voces estremedecedoras que el eco roba con el espacio del tiempo 
Qué se sabe de los hombres y mujeres que convierten lo definido 
En un clamor simple de luna y frío, 
y aquellos y aquellas que con lindas expresiones fijan lo anterior 
en un placer de momento 
y convirtiendo lo que de verdad es sano, lo vuelven a insano 
y pidiendo a súplicas mi alma de vuelta ríen toscamente 
me aplastaron la explosión de vida; 
enojada y turbia está mi alma 
alma que robaron mis antepasados 
alma que se esparció entre las neblinas y el vapor 
alma ruda grita fuerte y no es escuchada ésta misma 
no se habla ya de hormigas ni de hormigueos 
no se sienten ya consquillas ni cosquilleos 
y lo original y auténtico copiado por algún idiota tuvo que serlo 
mis letras gruesas ahora son, más su razón de ser no han perdido 
y hablaba yo de lunas llenas y de fuertes fríos 
y sentía yo de sueños, ilusiones y desvíos 
y pensaba yo de controles, descontroles y disvaríos 
y deliraba yo con príncipes, rapunseles y castillos 
para que rugiendo ante mis profundos anhelos llegara 
algún Castián desboronando mis vestidos 
vestidos de fortaleza, hielo y esfuerzo 
desboronando cada palabra impuesta 
en mis libros de cuentos. 
Y quién le otorgó al rugidor que 
Ante mí se podía rugir así 
Quién le dio potestad de querer 
Con intrépidamente incongruentes palabras 
Pretender hacer nacer brutalmente en mí algo terco 
No lo dudo 
No lo dejo 
Si pretendió ganarme a mí 
Pretendió demasiado y lo reitero 
Y perdiendo feamente le dejo yo devastado 
Gatito Castián que ahora se queja de mi hermosa maldad 
No soy mala, ¿suelo serlo? 
Y acabado en la oscuridad, y no de noche precisamente, 
Lo dejo llorando a Castián, 
Pues la pequeña Lía atravesando sus palabras se cuidó 
Y cuidó de no dejarle un pedazo de vida firme en el espacio de su cuerpo 
Merecía el felino muchos feos tratos, muchos más 
Sin embargo Lía robada de alma, alma guardaba todavía 
Y al gato feo, amargo y putrificado renació, 
Y dentro de sus formas sigue éste enojado, odio entrañado 
Devuelto como lo dejó alguna vez 
Y si a Lía no la quiere volver a ver, culpa del mismo Castián es… 
Yo, no lo malquiero yo, ni tampoco lo quiero, 
Mucho mal hace el felino necio, por querer seguir caprichos raros de juegos 
Y jugando lo que no se juega con Lía, ésta misma sus ganas, ansias y caprichos también dejó muertos.

Ana Lía Casvar 2003

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