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martes, 5 de julio de 2011

Señor Castillo de la Montaña


-¡Basta!-
-¡Retrocede!-
Montaña de fuego
Se humedece
Respira denso
Mis zapatos tocan el suelo
Es tarde y la neblina me arrastra a los huecos
Grito como chiquilla
Balbuceo
Camino, corro, me detengo
Y en el cielo
Circulando en girones de viento
Se han dispuesto
Las garzas a emprender su vuelo
Cae el alba sobre el cuerpo
Y en el agua mi reflejo
La lejanía verde me trae su recuerdo
Aquel mayo
Aquellos aguaceros
Mis muñecas húmedas
La elevación de los cerros
La laguna turquesa
Mis recovecos
El volcán y su estruendo
La lava barriendo tierra
Y sus ojos verdes
Y sus cabellos negros
Enroscados y revueltos
Y su genética en mí floreciendo
Yo le recuerdo
Aunque de ello me prive la boca para contarlo
Para morderlo
En mis sueños de antaño
Para forjarlo
Como amor en mi pecho
¡Cómo olvidarlo!
Cómo guardarlo
Y como dejarlo ir entre los verdes trechos
Entre la maleza salvaje
Entre el ultraje
Del destino
Entre el camino
Que áspero erizó mis pasos
Entre mi niñez
De caprichosa travesura
Entre la viudez
Que detuvo en mi madre el brillo de su hermosura
Y entre tanto sin sentido
Que albergó su ausencia
Y mi poca cordura
¿Será que siempre has estado en las huellas de mis pasos solapados?
Dentro de mis párpados
Como una marca de imposible borrado
En mis manos como una secuela sin rastro
Será que siempre te has escondido
Durante tantos  años
Mezclado entre los ruidos
Simplemente sentado
Bajo el álamo
Divisando el horizonte de mi vida
Riéndote  a ratos
Sufriendo por mi angustia
Sosteniéndome mientras lo hago
Tomándome la mano
Dándome un abrazo
Aun cuando en el silencio
Los años  recordando
Te sintiera tan lejos
Y tan olvidado.
Aun cuando de paseo
A la finca viajo
Y entre tanto barro
Que succiona mis zapatos
yo divago
y recuerdo tu porte
y me pierdo en los tramos
de las raíces de tu trato
de los minutos eternamente guardados
y recuerdo el sabor de la leche recién ordeñada
y entiendo por qué jamás volví a saborearla…
Tal vez ya no recuerde tu voz
Tal vez diviso borroso el relieve de tu cara
Tal vez sólo me haya quedado el sabor
De la humedad de la zona en las entrañas
Tal vez para mí el Arenal sea como el patio de  mi casa
Y su contorno el rival
Que añoro sentir cada mañana
Y cómo deseara
Mirar la lava desde la ventana
Y sentir el olor a tortilla, café, agua dulce y queso desde las madrugadas
Y corretear las gallinas de mi abuela por el frente de la casa
Y jugar en la quebrada
Con el hijo del peón con quien años atrás yo jugaba…
Pero más deseara
Poder volver a vivirlo todo y que jamás se acabara.

Ana Lía Casvar

1 comentario:

  1. Bello y sentido. Gracias por el regalo de tus letras. Un abrazote y bendiciones.

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