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miércoles, 6 de junio de 2012

Te buscaré...




Te buscaré en cada átomo de la majestuosidad del cielo,
ahí en el alba, 
cuando el rocío cruza sus poderes con el dios fuego, 
en la hormiga que atraviesa la pradera, 
en el grillo que armoniza la energía de la noche.

Te buscaré para amarte, 
para desechar las olas de hipocrecía humana de una vez por todas, 
para dejar de buscar, para encontrarte,
para morir en el deseo incontenible por un beso mojado,
para revolver los instintos animales, 
para reencontrar la inocencia infantil 
y el rojo de las mejillas.


Te buscaré para colmarte de sin sentidos que nos darán las más sentidas locuras,
para callar gritándonos con los ojos la felicidad pura,
para que en un milímetro de piel mi dedo y tu dedo se sientan juntos y unidos.


Te buscaré en cada segundo que la tierra arda por su existencia,
en la aurora del ártico, 
en el mismo instante en que un pinguino encuentra a su pareja de por vida


¿Por qué no? ¿Por qué no volver a creer que sí existes, que sí es real la fantasía?
Por qué dejar de contemplar las puestas de sol...
Por qué abandonar los sueños justo cuando son retoños muy pequeños bajo la tierra...


Te buscaré para salvarme de esta enfermedad de Rinoceronte, en la que las personas se vuelven grises y ciegas, 
obvian lo sencillo acalorados entre edificios y agendas con tristes distracciones.


Te buscaré para que con tu tacto me recuerdes como reaccionan mis escalofríos,
para despertar en medio de la noche y escuchar un aire diferente al que sopla en medio del frío.


Te buscaré para sanar el poco cariño que el pasado resquebrajó entre los escondrijos de mi alma
¿Por qué no creer que todo es calma?
Que aun se puede amar...


Te buscaré en mi pupila sonriendo, 
dejando al viento la más intensa gracia con que tiñes mis días.
Y he de decirlo así, con una simplicidad genuina
que te buscaré mientras el tiempo pasa, 
mientras la ilusión de las horas se convierte en un siglo de cultivos propios. 
Porque sólo cuando uno calla al dios enojo, 
vuelve todo a su lugar, 
sólo cuando uno está libre puede amar.

Ana Lía Casvar

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