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domingo, 3 de octubre de 2010

Cuando un extraño visita Plutón


Acerca de Plutón...

A manera introductoria comento en esta noche que Plutón es un planeta enano, posee tres lunas, tres como el número perfecto, y lunas, que sin más qué decir con una aquí en la Tierra los seres se enloquecen, ahora imaginen allá, en un lugar de poca o escasa población, qué le ha de suceder a la mente atrofiada por tres lunas...


Plutón es oscuro, está casi siempre más alejado del sol que los demás, sólo, en ocasiones, está más cercano que Neptuno, cosas del azar o de su naturaleza... Posee la órbita más elíptica e inclinada de modo que nunca quedaría alineado con el resto de planetas... ¡Oh sorpresa!


Plutón es una dimensión misteriosa y delirante... es un dios, con un dominio indiscutible, despiadado e inflexible, cuyos súbditos son fieles absolutos. Plutón es parte de los doce grandes dioses, de los ocho elegidos y de los tres dioses soberanos que controlan el mundo... Si no queda claro, basta con mirarlo...


En Plutón una noche dura lo que es en la Tierra una semana... se alimenta con muerte, y de sus cosechas le alcanza para esclavizar más soldados y ganar más batallas.


Plutón es el pequeño planeta del cual vengo, lugar de mis entrañas y mis rarezas, lugar extraño donde fui forjada un día en la fragua de una locura interminable, donde nací de una risa y recorrí como una lágrima la mejilla de una flor congelada por el rocío interminable de la noche oscura, postrada en los ojos briosos de un poeta... Plutón, quien me dio la vida, esta vida tan extraña, quien hizo nacer en mi piel el sabor exquisito del coco enraizado en el placer, en la complacencia de entender y forjar los placeres de la vida, desde la simple risa satisfecha después de haber echado un sortilegio, después de haber regado el veneno con una mirada poderosa, después de haber conjugado el viento con el verso del andar de mis piernas y haber clamado a la lluvia cual bruja con su magia...


Pues sí, en este Plutón nací, en el callejón de Malpaís, donde todo es en absoluto al revés, la cordura es locura y el que está loco es cuerdo, donde las risas abundan tanto más que los llantos e incluso, viceversa, donde el ojo mata, es un arma, donde no hay armas plásticas más que las palabras puestas en un escrito, donde hay cantos a la luna, una penumbra de ironía, una abundancia de fuga, vacíos llenos, surrealismo inmerso en la tierra, y en las raíces de su vegetación nace el amor oscuro, con muros y que se esconde, pero en fin tan sólo amor, lleno de dudas y de pasión. Es en este Plutón, donde los escondrijos de sabores relucen en el brillo de los ojos, y los labios mojados están por el aguacero de sensaciones, este Plutón es de dónde vengo, donde el silencio recorre las noches y las madrugadas, y caen los amantes en el mar, la arena y la oleada, y vive esto en mi ansiedad de palabra, en la memoria llana que mata.


Plutón es frío, su frío quema aún más que todo el calor acumulado jamás podrá quemar, el frío de la noche en dos cuerpos desnudos haciendo el amor, el frío de unos labios que titilan de pasión, la contradicción amanece con el sol, las lunas traen a colisión almas puras en la pura indecisión. Plutón está lleno de apatía y de furor, estrellas que cargan ilusión, en su fondo girando al esplendor de la locura que batiendo esencias en su impertinencia, tiran a explosión contra Plutón.


Plutón es rabioso, ruje enfurecido en su lomo y piedad no tiene para reventar en tu paso, llamando a la ironía con su abrazo y tirarte en el mar de los llantos, a morirte en soledad te va enseñando la verdad, aunque sin saberla aún, te sigue amando, ese es Plutón y su contradicción, te levanta para tirarte y que aprendas a levantarte por tu propia condición.


Se burla él de tu osadía, brilla en tu travesura impía y arde en tu corazón, porque él te trae con fuego la pasión con igual intensidad que trae tu maldición, te acecha con fuerza en tu interior para enamorarte y a la vez se mete en tu cabeza a podrirte de inseguridad, terminas loco pero es cuando tan sólo recuperas el juicio y te ríes a más no poder, dentro tuyo, regocijo dentro tuyo amor, dentro tuyo maldición, dentro tuyo pasión, dentro tuyo conociendo cómo funcionan los humanos, pero tu interior, si estás en Plutón, ya no es un ser humano, sino un foráneo. Encantador te vuelves, llegas a  conocer la magia más elemental y llana, llegas a despertar en otros la pasión, llegas a aprender a sacar del corazón la lágrima, y los mortales, ante ello,  te rendirán homenaje, de amor y odio, porque tu corazón se vuelve oscuro y a la vez es luminoso, y otra vez vuelve la contradicción a tu rostro, y en ese vaivén furioso, Plutón te enseña a ser sólo vos, un ser manejado por un dios, un dios al que le rindes obediencia a convicción, él se vuelve tu religión.


Plutón, Plutón, donde el trovador se junta con la bruja, y ahí en medio de ese amor en fuga, nazco yo.


Plutón es lejano, lleno de lunas, de verde y espesura, de arena y sal, y siempre el agridulce que te seduce hasta no  poder más.


Todos somos ricos aquí, todos somos pobres, todos estamos solos, todos nos acompañamos, todos podemos hacer lo imposible real, y todos podemos ver más allá, todos bailamos en el fuego cantándole a Caronte, todos cantamos ebrios de locura, todos callamos viendo las galaxias juntas, todos hablamos con la mirada, y decimos más en la madrugada, cuando en el sueño la fantasía suda en nuestra piel.


Sin más, es este el lugar donde puedes ser libre mas al mismo tiempo esclavo de tu propia sombra... es de donde unos cuantos venimos y en la piel traemos el sello de este dios.


El extraño... 

El extraño es cualquiera, que toma su avioneta a los sueños, o su nave al espacio desconocido, sea exterior o sea interno, quien se monta en el tren del misterio, el tranvía de lo etéreo, el bus de Malpaís, quien toma su guitarra, su violín, canta apasionado en un rincón de este mundo, quien toma su pluma y se inmersa en su éxtasis nocturno, quien sólo siente la felicidad sin poder hablarla o explicarla, y quien se arranca el corazón con una sola tonada, quién sufre de locura, quien disfruta su poca cordura, quien es llamado a lo prohibido, en el vacío de la noche enamorada, bajo el cielo, quien mira el cielo y el suelo al mismo tiempo, quien es atropellado por la ironía, quien sufre en su agonía a causa de esta vida. Realmente cualquiera puede serlo... pero con razón distinta, y el lograrlo es todo un hecho.


El extraño es extraño sencillamente porque no es de aquí, no es de estas tierras plutonianas, no es de estos aires, no tiene esta piel, mas puede experimentar lo que todo esto significa si es aceptado cuando llega, o si se introduce perspicaz y se le perdone su osadía, puede sentir lo que la intensidad ha logrado, y lo que el mismo Plutón en sus nativos ha conformado, puede sentir el amor, y enamorarse por su naturaleza atractiva, puede percibir la bondad del corazón de su nativo, un nativo enamorado, un corazón entregado que pareciera no tener muros, pero lamentablemente en Plutón habita el frío y a causa del Señor Frío se crearon muros.


El extraño siempre viene atraído y viene, por sobre todo, curioso, descubriendo en su paso este sueño hecho realidad, viene siempre creyéndose capaz de explorar y conocer, creyéndose dueño de su verdad y osando repartirla, viene con su mente y su capricho, en algunas ocasiones viene tan seguro de sí mismo que cree ser también nativo, mas ¡oh, perdón, extraño! El nativo aquí soy "yo", en este caso es un "yo" compartido, por quienes somos de Plutón.


El extraño siempre entre más vislumbra a Plutón, mas quiere adentrarse en él pues tan sólo porque Plutón vive en las entrañas de sus nativos, el extraño entonces  se enamora, se encapricha, se enloquece y su realidad se distorsiona, se trastorna, vuelve a su ser y cree que está otra vez bien, mas no es así, es por esto que los de la Tierra aman u odian a los plutonianos, en ocasiones ambas al mismo tiempo lo cual resulta mucho peor.


El nativo... 

El nativo no sabe precisamente que es nativo de Plutón, mas de eso se da cuenta con el pasar del tiempo, cuando todos sus actos son extraños y su condición lo hacen mirarse al espejo y ser golpeado por la sensación, cuando es llamado por el dios Plutón en una noche fría, oscura y sola, y el llamado es miserable y condenado, un dolor, un vacío en el pecho, y así pasa el nativo muchas noches con el mismo sufrimiento, al mismo tiempo que en sus días disfruta la osadía que le brinda la satisfacción al jugar con las palabras y crear en la mente humana desafío y confusión.


El nativo es sensible ante el humano, esa es su virtud y condición. Sufre, enloquece, disfruta y es consciente, sufre intensidad grave, cuando está feliz está muy feliz, cuando está triste está muy triste, si le gusta algo le gusta en demasía, al igual que si le disgusta es con igual intensidad que le disgusta. En ocasiones es insoportable, sufre el efecto que le ocasiona el número variante de lunas de su planeta de origen con respecto a éste, es en algunas ocasiones autodestructivo por cualidad perfeccionista, es decir, es perfeccionista empedernido y exigente sin causa, esto junto ocasiona que se auto critique con poderío innato, sin embargo es lo suficientemente narcisista como para vivir enamorado de sí mismo, dueño indiscutible de sus pensamientos, actos y decires, tanto así que siempre sabe qué decir y qué hacer para enloquecer a otro en variedad de ocasiones, sin embargo es esclavo de la ironía y por ende acude a la prudencia para no tener que pagar multas futuras, sencillamente tiene que rendir sus cuentas a su dios.


El nativo tiene esencia inmortal, es escogido, aunque no favorito, sabe y no de su capacidad, su naturaleza es peculiar, sus ojos son de fuego que se siente en la piel, sus labios son la candidez deseada con la que sueñan los mortales terrícolas, logra enloquecer a los demás en poco tiempo, aunque si quisiera puede pasar simplemente desapercibido, aunque por esto mismo en realidad atrae aún más. El nativo es bueno y malo, cuando es bueno pues porque su alma así lo es, es extremadamente noble, mas si es malo, porque su mente lo es, es malísimo... Extraña mezcla y peligrosísima, a la vez.


El nativo, sabe y no quién es, mas Plutón le ha impregnado a oscilar entre la seguridad y la inseguridad, esto para evitar narcisos errores. Por ende, el nativo es un alma en fuego, apasionada y voraz, su  mente nunca descansa al punto de ocasionar cansancio mortal, es solitario pero a veces acompañado, otra vez oscila entre los dos puntos, le gusta la soledad pues se siente a gusto con ella, y la compañía pues porque también hace buen uso de ella. Su piel quema, sus ojos hipnotizan, sus palabras son flechas, su peculiaridad lo hacen parecer el punto de atracción de muchos, la energía concentrada con poderío brujo, porque también a los plutonianos se les enseña magia, de la más básica y elemental, sus mujeres son brujas y sus hombres son magos, malos hechiceros con sumo encanto y sabor suculento en verdad.


El nativo es un alma en libertad, conoce del delirio de los placeres, de todos y cada uno, desde los pecaminosos hasta los benditos, sabe y no sabe, es cuerdo y loco a la vez, niña y mujer, niño y hombre, ríe con inocencia y ríe con malicia, mas su alma sigue siendo la misma, el nativo a veces quiere esconderse, tiene muros para guardar su tesoro, es quisquilloso, a veces quejumbroso, unas veces callado y otras lo contrario, es un mar insólito que ningún mortal logra entender cabal. Puede ser que de pronto un día el nativo logre reconocer a otro nativo, pero cuando dos nativos se encuentran, el tiempo se detiene y la luz se apaga, el frío viene encantador y hasta el sol se queda sin brillar, así que los dioses evitan esto con vigor, su consumo de energía equivale a otros desastres...


En fin, el nativo es un alma particular hecho a perfección de Plutón, viene siempre con un propósito aunque no lo entienda, reconoce de cosas de las que ni tenía idea, entiende de enredos que ni se piensan, recuerda con cierta vivencia, imagina porque es un semidiós de la imaginación, es capaz de volver realidad un sueño, y un sueño convertirlo en fantasía, el nativo es un ser fugaz de los que jamás se olvidan, cada vez que te encuentres con uno, sino quieres terminar devastado ni lo mires, aunque decir esto provoca al que lo lea tan sólo la curiosidad para salir corriendo hacia él o ella...


Cuando un extraño conoce a un nativo... 

El nativo resulta ser siempre un misterio para el extraño, pueden pasar una de tres cosas: el extraño odia a morir al nativo, el extraño ama a morir al nativo, o ambas con igual intensidad.


Sin embargo no es cualquier extraño quien se atreve a dar el paseo al inframundo de Plutón pues porque no todos los extraños han sido llamados por la voz trovadora del corazón, ni a todos les interesa lo mismo, ni buscan por ende lo mismo, cada alma en este mundo es un caso diferente al anterior, y así se va... Si un extraño no se arrima al nativo y pasa de lejos sin cruzar miradas es entonces cuando el extraño se vuelve un común.


Cuando un extraño ve a un nativo sufre de admiración, entre más toma el camino a su mundo el extraño se vuelve más sordomudo y el nativo puede enamorarse y no, su naturaleza es ingrata se enamora por minutos, a veces logra enamorarse con devoradora intensidad pero la insolencia de su genética no lo deja permanecer por mucho, se aburre y sigue su camino, y aunque de ganas quisiera morir en esos instantes su dueño, el Señor Plutón lo saca del apuro, pero el nativo siempre anda en alguna encrucijada engatusando a perdición, entregando su alma, enamorando y matando a convicción, al final de sus tonadas el nativo sufre por su estatus, por esta naturaleza vaga que le impide simplemente ser humano mortal, vivir y amar sin escondrijos ni ataduras, ni armaduras de caballero en guerra, y permanece en la leyenda del Rayo de Luna, vislumbrando en la penumbra esta ironía absoluta en la que vaga su alma y su misión.


Cuando finalmente un extraño visita Plutón... 

Finalmente un extraño o muere en su intento de adentrar en el nativo, o adentra por acuerdo mutuo, no crean que se escabulle aunque de cuando en cuando un astuto pueda hacerlo, esto pasa en un porcentaje muy extremadamente bajo y pasa también sólo si se lo permite el dios Plutón.


Así que, está el extraño caminando en el puente colgante que pende de las rocas en las que en su seno nace ese lago de fuego y lava, un paso mal dado por el extraño y muere ahí mismo, en el intento vano. Todo es una prueba, y toda prueba arrastra un juego en esta dimensión, así que astuto extraño ahí va, jugándose la suerte, confiando en su instinto animal o simplemente dándole rienda suelta a su curiosidad...


Si logra atravesar los montes de palabras peligrosas y juegos mentales de perder razón, y llega más allá que el fuego del mismo Mordor, es entonces cuando el extraño está llegando a Plutón...


Se ve inocente y oscuro entre el espacio, en medio del infinito universo, iluminado a pocos rasgos y fogoso en sufrimiento, hermoso en verdad como una mañana multicolor en la playa, como un arrebol sentimental en la montaña,  hermoso en esencia como la risa de una niña hecha carcajada, se ve verde y rojo, azules astros, café la tierra, cristalinas aguas, ¡es como el paraíso! Pero es prohibido, entonces esta facultad lo hace aún y peormente atractivo y por ende infernal incluso... El extraño llora, su alma pierde fortaleza en tanto se va adentrando, el nativo lo mira sonríe con ternura y le toma la mano, siguen juntos, el extraño lleva el alma en su mano, ¿dijimos o no dijimos ya? Pero esto tiene un alto precio... huele a puro misterio, a incienso quemado, a hechizo, y sigue caminando el extraño explorador, agitado va, extasiado, colmado de dudas de amor, pero sigue paso a paso, el nativo va confiado pues está en su territorio, la comarca de su pasado, la fragua que lo creó.


El extraño en un momento quisiera detenerse, ya huele a miedo perturbador, pero ¡oh lo siento! Aquí ya estás adentro de Plutón, no hay paso atrás, "campeón"... El nativo a ver el desconcierto de su compañero le mira a los ojos, y ahí sólo ahí cae engatusado el extraño con sonrojo, y siguen su camino, el trecho a lo perdido, el trecho a lo prohibido, el trecho al averno, el trecho al paraíso, el nativo quisiera decirle "quédate conmigo aquí por siempre" mas su Señor se lo prohíbe y calla el nativo obediente. 


Qué difícil es sencillamente ser nativo, aunque para el visitante debe serle difícil también, aquí el ganador, aunque no parezca, siempre será el extraño pues tan sólo queda muerto y no sigue viviendo este ciclo inoportuno.


A lo lejos titilan las estrellas y las lunas de Plutón se vislumbran puras, el extraño está ya en fantasía, esto le resulta más que un sueño y pesadilla, es fantasía sí, está seguro, el nativo sonríe con satisfacción, llegan a la orilla de un mar sin fin, huele a coco y la arena quema un poco, sonríe la Señora Pasión, la seducción es mucha y electrocuta, es más que simple sensación, es poderío inmerso, el alma revuelta con el cuerpo, el dios Plutón está sonriendo, otra presa ha llegado a esta opresión, susurran los grillos, porque resulta que en Plutón también hay grillos, es el sétimo día y está oscureciendo para la noche, el día se fuga, el atardecer está ardiendo, la sensación sigue pura, la seducción está naciendo, saca el nativo su brujería, el instinto está flamante, el beso es de pecado absoluto, el ojo disoluto en el cuerpo desnudo, un amor que se esconde entre risas mudas, es la muerte viviendo la pasión, es más pero tan sólo se puede sentir, no hay palabras no existe explicación, se culminaron los demonios, aquí no hay demonios mas que nuestra contradicción, el sarcasmo y la seducción...


Hacen el amor, sobre arena ardiendo, en el arrebol rojo ejercitado, en la noche que cae poco a poco en el absorto cielo de Plutón, la piel se quema más, sigue la noche y su frío cubre los poros de la piel, sigue y sigue el frío a flor de piel, el extraño está que muere de placer, el nativo también, mas su satisfacción es grande y lleno de satisfacción está también, sigue orgásmico el fantasma entre la piel, quema y quema, y seguirá quemando aún después... sigue y sigue la noche a más no poder, siete días que dura es una eternidad, lo sé... hasta que llega la madrugada en su fachada muestra ese frío aterrador que huele lúgubre a asesino en acción, y entonces el nativo ve a su lado a un extraño muerto en pasión y amor, el vacío ha vuelto a su corazón, el nativo sabe que debe marchar y su compañero se quedaría atrás, muerto en soledad, mas antes de que esto pase el nativo decide desafiar a su señor, deja dormir al extraño y le hace creer que todo fue un sueño aterrador, huye en el resplandor lo devuelve a su planeta, lo deja oscuro herido, con nudos en su habitación, y el nativo se esconde, en fuga se ha ido, herido de dudas, siguiendo su ciclo de perdición...


No hay mucho que decir, cuando todo está dicho así. Es innato, es culpa mía, culpa nuestra, es ironía, es melodía, es culpa de Plutón, culpa de este infierno, de esta agonía, la miserable levedad, la apatía, culpa de esta naturaleza, de esta genética, culpa de este mundo, culpa de Saurón... Venimos, usurpamos aquí con vil brujería y con instinto ensordecedor, nos marchamos cuando rompe el día, maldita simpatía se me sale de este rostro, suspiro a Hidra, me hundo en el clamor. No hay nada que decir, cuando dicho está así la historia del extraño y el nativo en Plutón...


Ana Lía Casvar (o la niña de coco de Plutón)

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