Algunas
veces imperecedera es esa aberración
un
alegórico chantaje vertiendo sucia difamación
y simulando
lo pérfido en el montaraz reino de la casualidad excesiva
quien
montando el caballo de guerra y buscando amnistía
viaja
sosteniendo las riendas del camelo ocioso
¡Oh dulce
melodía, buitre con pico contagioso!
La llamo
así porque es onírico
todo
aquello imaginable en un terreno elevado de deseos imperiosos,
obsoletos y
absolutamente no verídicos
bailando en
un paraíso perdido de celaje luminoso
el mismo construido
en el más denso paisaje de la recóndita agonía
en la que
se sufre a terciopelo serpentino una cruel apatía
Querrás
preguntarme de qué hablo, pero es natural que ya lo sepas
¿a quién no
le ha dado en diversas ocasiones ya por la cabeza?
El humo
argentino rasgador de la inmaculada certeza
encapuchado
primor, heroico señor de la intocable realeza
Condenadas
las horas al divague fétido e inhumano
está en la
demora que perezosa bautizó sus manos
esas que a
arremeter contra el mundo
se
convierten en tan solo un péndulo gravitatorio de un reloj de pared moribundo
inútil para
pretender dejar su nicho,
ese mismo
por el cual fue hecho, mismo para lo cual siempre ha servido
Y
ahogándose en la bañera de la inutilidad escogida
es incapaz
de siquiera darle vuelta al cerrojo y buscar la salida
porque se
ha creído parte de la misma soñolienta ansiedad que lo culmina
una
terrible contradicción, pues el guerrero en cuestión engorda a la bestia con su
propia comida
y así se
evita de por vida
abordar el
coraje para crear su realidad más allá de su estúpida fantasía.
Ana Lía Casvar
No hay comentarios:
Publicar un comentario