Delirios de un viernes nublado

Hay sólo una inmensidad donde todos los conocimientos se conjugan, bailan la danza del vientre alrededor de una fogata, cuando los señores sentimientos se visten de gala para visitar el castillo de la ironía en su reunión mensual, dando los reportes de sus incidencias y la prioridad de cada una de ellas, brindan en su afán, cenan, y comparten sus vivencias, y el ser humano encerrado en una urna de cristal en medio del evento está, sin percatarse que esto, esto que  es sólo pasajero o tan sólo la forma que ha encontrado nuestro dueño para hacernos ganar el deseado cielo, si es que existe el cielo y si es que es cielo tal cual es concebido en nuestros adentros, la imagen de alguien superior que ama con total entrega y pasión, y que incluso  nos creó.

Oh mujer y tus encantos de noche congelada, estrellas enlatadas, perfumes seductores, porque todo es un juego en nuestros alrededores, el desafío que quema la piel, deja marca , viene y se va también, oh mujer que los clamores clama, encerrada en una tendencia machista, aún atrapada porque el hombre la utiliza, pero ¿quién es un hombre sin una mujer? Cuánto llora un niño sin su madre, cuánto llora un hombre sin su amante, y es que es esta naturaleza embargadora que nos quema a toda hora. Oh mujer que es traviesa, juega y juega y saltando va en un bosque desafiando a la ironía, desafiando a la naturaleza, proclamando ser única, engatusando con sus ojos de pasión, porque es la mujer en este mundo, ese otro mundo inmenso de contradicción, pero tiene y no la culpa la mujer, así como el mismo hombre también.

Oh hombre y tus fetiches de calor de madrugada, quema piel apasionada va tu intención genuina, eres simple cuando quieres, mas no cuando te enamoras, pides y te absortas, el fragor de la batalla sexual te aborda, sufres frío si aquella mujer de lejos te mira con indiferencia, oh hombre tú y tu apatía, viviendo en las sombras aguantando tu llanto desesperado, porque como hombre en este mundo macho no te puedes dejar llorar un rato, llora hombre en mis manos, que tus ojos briosos son, mas no tienes corazón de palo, aunque muchos lo juren a perdición, ahí vas hombre creyendo poder ser trivial ante tanto clamor, vas y te embarrialas en el juego de la seducción, juegas y ganas y satisfecho vuelves a tu comarca con el sello de ganador. Mas hombre, eso no es un hombre, sino del que sufre amor incontrolable por esa mujer, está dicho, hecho, prescrito, ¡nada se puede hacer!

Se me han adormecido las manos porque no soy yo quien escribe sino algún espíritu del pantano.

En la inmensidad hay un punto donde convergen las ideas y emociones, jugando a las pasiones, o al escondite brujo, hechizos viajan en el holocausto de la persecución instintiva, nace el deseo y se asoma por los ojos, pero la moral lo esquiva. Juegan los dueños de este mundo a las escondidas, luego ríen en su ritual disfrutando los placeres de los que este hombre es el primordial, la carnada  ha sido lanzada, en la mar viajan las almas, al fondo del misterio tal vez y sólo tal vez ahí se encuentra el averno al que todos nos iremos a pagar esta risa de disfrute que tanto nos visita.

Me quemarán viva, como a todas las brujas han quemado, por que se despliega de mí esta agonía miserable de la imaginación, vuela la gaviota aleteando con pasión, pero sus alas están rotas, es cuando se vuela por amor…

La mañana ha empezado y en la farsa de los dioses nuestra vida otro día nos ha dado. Somos el vudú de algún vagabundo sin trabajo, la matriz de un mundo imaginario, la pretensión de nuestra mente, ¿sentimos o creemos que sentimos? Dónde está el abismo que me ampara, en donde caigo todas mis madrugadas en las que el sueño profundo me seduce a jugar a ser libre, y libre vuelo por las tierras de la comarca terrícola, diviso el paraíso etéreo e infinito, y cuenta me doy que no soy nadie o nada más que un punto en esta gigante inmensidad de la cual por una paradoja de la ironía, que burlándose abatía en la fiesta que conmemoraba al amor, decidió electrizar con otro punto y la constelación nació.

Dos puntos que se juntan, hombre y mujer, deseos por doquier, una mirada que quema hondo el alma, la mejilla es rozada por una lágrima, llueve hasta mojar, la ropa y más allá, porque esta es la naturaleza de la cual vinimos, no nos podemos negar a nosotros mismos, aunque hayan dioses que juegan con estas pieles y nos manejen la mente, y conspiran a favor o en contra de nuestros seres, porque así es este mundo, sé que vengo de Plutón, allá donde todo es frío y por eso quema más, mas he crecido aquí, en el vuelo profundo donde las cabezas caen cuando piensan, que triste realidad, pero es que los de arriba no lo piensan, ¡los dueños de este mundo en este mundo NO están!

El labio está empapado de los besos de un enamorado… El amor y su esencia de cristal, hierve en el fuego del volcán, está en los ojos de una rana en media charca, está donde tú lo quieras ver, sí hombre, mujer, qué somos más que esta carne que se pudre, que estas manos arrugadas van a estar, que las voces que me cantan en la cabeza arden llamas al afán, que mi boca cerrada seguirá…

Sigo en la celda que me puso la verdad, delirando al oído del pecaminoso azar. Que si vino Sade años antes a musitar, de deseos corporales ¡yo no lo voy a negar! Que soy sexual tal cual el ave que volando hacia el sur va, como el gato busca gata y en la mañana a maullar, que el perro busca perra en celo para procrear, que es esto impregnado en nuestra piel por nuestros dioses que quisieron vacilarnos con tal rival, la sensación mas divina nos lleva al pecado mortal, por capricho embriagado en este carnaval.

Deliro ya, es este mi ensueño donde las flores miles están, y Frodo y sus ojos como el mar, y la locura viaja en forma de patán, los amantes se aman con locura corporal, rugen las almas solitarias olvidadas en el cementerio de nuestro corazón, alzo la mirada hacia el cielo y reclamo por mi condición. ¡Qué es esto! ¡Qué es esto! ¡Dímelo oh Dios! Que mis manos llenas de tierra están, mis ojos cargan lágrimas y pesar y el alma partida por la soledad, que grito y no me escuchas, ¡por qué te burlas de esta niña que te pide en las noches por su salvación! A la vez llora por la culpa y la indecisión… ¡Dime qué es esto, Dios! Sé que existes aunque otro sea tu nombre y no esté en una sola canción, te he alabado pero ya perdí la razón, te metes en mis adentros y apuñalas este corazón, y apunto de entenderlo todo me mandas al infierno, a la perdición, juegas con mi mente Dios, no te culpo si eres Dios y eres dueño de todo esto esa es simplemente tu condición…

Hay un punto en esta inmensidad, donde un día nació una rosa de un principito particular, quién marchó por amarla tanto pero no la comprendía, vino a esta comarca y en el zorro halló empatía. Están los puntos inmersos en el universo, pero es que esta es la eternidad, tengo el pensamiento ya obeso, eterno ruido en mis venas, estas hierven con plena seguridad,  pero, y vuelven los malditos peros,  burlada estoy, no vengo ni  me voy.

Hay un punto en esta inmensidad donde los sueños se hacen realidad, las fantasías que corrían por la piel, donde están Romeo y Julieta juntos otra vez, donde la pulga no es pulga, donde la levedad es leve, y la gravedad es grave, pero no importa porque no hay cielo ni infierno, no hay nada más que el celo de vivir.

Aquí estamos sin poder huir, un rayo que se cruza entre la atmósfera provenía de otra realidad paralela y tosca, pero cómo saberlo si no he estado ahí, el silencio ha llegado a mis pies, está subiendo por mis piernas lo puedo sentir, me tiembla el cuerpo y no es de deseo, me tiembla y no es de miedo, el hielo se me ha metido a los huesos, mi lengua está sangrando como cuando la amputaron a un maestro del pecado, tengo llagas en las manos, me quemaron, mi mirada fija está, me han cortado el cabello, como aquel V en el destello de confiar, siguen los escalofríos pero no son de piel bajo una ducha en medio del sexo, no, son escalofríos como los del parto en misión, ya los siento por mi espalda, el tatuaje se desmarca, ya no soy nativa porque no existe país ni provincia, siento latigazos, cómo los del hijo de Dios en el pasado, siento hambre ahora, devorando mis adentros, agonía multiplicada, es como toda la agonía junta, el desprecio, todos los desprecios juntos y a la vez, suben más llegan a mi cuello, y siento la mano suicida extirpándome la herida, ahogándome está, la violación y su hedor, siento todo a la vez, me quieren matar, pero sigo de pie, esta es la matriz, ¿quién sabe en realidad la realidad si se verá o sentirá así? Mi mirada sigue fija estoy sangrando ya en muchas formas, mi ojos lagrimean gotas rojas, el labio fue cocido, el dolor ya ni es dolor, es muerte, pero en mi mente sólo digo: ven a mí tú diablo negativo expulsado del paraíso, que si creíste conocerte por un espejo y eres peor que la muerte y su pesadumbre, yo te digo con mis ojos briosos que no voy a morir, que me puedes congelar, acuchillear y abatir, que puedes hacer conmigo la porquería más obscena pero yo vivo aquí, no soy ajena, vivo con todos los demás, ¡adivina! que aún con la boca cocida aún he podido sonreír, porque aunque es rico el pecado, la verdad está en la mano del que puede dar sin esperar recibir, y el amor acompañado, que aunque juegos nos ha jugado, es lo que el alma busca en soledad, es el sentido de esta vida que nos da, la matriz o los sueños hechos realidad, ¡qué más da!  Buenas tardes, te he dicho maligno enemigo, no he muerto, aún vivo, y quemada estoy pero siento vivo en mí al amor, aunque esto sea sólo un delirio, en la nube de lo oscuro de este viernes, en mi ensueño etéreo, en mi ser diminuto, enemigo, que te invada la esencia es tu castigo… Aún vivo.

Ana Lía Casvar