Los remolinos helados de la lluvia me recuerdan las noches sumergidas en tus ojos, no lo puedo evitar ya, tieso se me queda el corazón aquí dentro, el recuerdo inmerso en mi mirar, ni parpadeo, el recuerdo de tus besos, el recuerdo de tus brazos y en las tantas noches que trato con mi mayor vigor de arrancármelos, no lo logro, no sé ni como se hace, los tejidos de mi cuerpo no me dejan tocar otras pieles, y cuando a ello la luna me traiciona y me somete, termino más idiota, más incoherente, más triste, más desesperada…
Anoche soñé tu regreso, te vi aparecer entre tinieblas que revolaban anhelos y entre vientos que a circundarte el cuerpo me llevaban, sonreías, lloré, será hombre de mis sueños que nunca te veré en vida volver? Que mis digitales a resbalarte la carita no volverán jamás? Lo escribo sin soportarlo si quiera, como vena y sangre se convirtió en mi ser, seré ingenua al musitarlo en la marea baja de una noche desierta que de estrellas me embriaga la vil fogata que a tumbar trae tu ser a mí?
Anoche me vi yacer, manos sudorosas me amenazaban el alma con cada sospecha que a arremeter contra mi amor por ti iba… Me condicioné toda yo, por amor, sin amor y con amor, no lo sé.
Ha de ser todo así, todo en montaña verde queda pálido y seco cuando al fin dejas de mirar hacia atrás y miras delante el otro panorama, has de dejarme atrás, corriendo siempre los mismos caminos para llegar a lo mismo ineludiblemente, has de dejarme botada entre el polvo de mi suciedad y entre lo mucho que no he aprendido, has de dejarme en el charco del cual nacen todas las larvas para morirme junto a ellas y haber devorado mi propia alma para que me dejara de pesar cual ola que me revolcó en segundos vanos…
Porque eres tu chicuelo dueño innato de mi corazón y cuerpo, como sabanero reconoces cada pasto del territorio que me cubre los huesos, y tus ojos son los únicos nacidos para acuchillearme con una ojeada el alma amordazada… No es justo, para ti tenerme a mí y no tener a otro alguien…
Ana Lía Casvar 2003
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