En la soleada mañana de un invierno muy mojado
Yo me postro ante la montaña fría con un deseo no consumado
No sé qué tantas veces ya he dicho y he callado…
Ni qué aires sonarán de nuevo en el horizonte de mis ojos enamorados
No sé quién habrá sido el duende travieso que se llevó mi razón
Y me he perdido buscándole entre estas selvas rojas de pasión
Me he enmarañado entre las malezas de vil inolvidable excitación
Y me han engatusado aún más este bosque y su maldición…
Ya probablemente esté peor que antes con irreversible locura
Y entonces me ría, me enoje, grite y llore sin lógica alguna…
Yo no sé cuándo la incoherencia me besó los pies y salió corriendo…
Y sus besos fueron la droga del ensueño profundo y disperso
Me hallé como estupefacta, atontada… de amor y soledad muriendo
Y cuánto más solo está el corazón, más fuerte el deseo está ardiendo
Yo no sé cuándo el sin sentido me jugó la broma
Y me cautivó entre tu cabello, sonrisa, labios y aroma
Yo no sé cómo la adrenalina se metió en mí tan de repente
Se estrelló en mí con fuerte deseo y me besó la frente…
No entiendo por qué despiadado el frío hizo que se fuera tu calor
No entiendo por qué mi cuerpo a tu lado resultó vapor
Yo no comprendo si fue un ensueño del absurdo existir
Haber llegado haberse marchado, llegar, amar y luego huir…
Y no imagino cuántas veces ya he llorado esta incomprensión
Hoy este silencio me inunda entonando con lamento una canción
Aturdida pero en calma, sin reclamos, maltratos ni maldiciones,
Al cielo miro con manos abiertas disipando mis peticiones…
Hoy ya sin nada…
Ahora en esta selva, yo tan sólo perdida…
Roja, manchada, herida…
Corriendo loca despavorida
Por favor ayúdame a encontrar juntos la salida…
Ana Lía Casvar 2010
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