Qué estará pasando – me preguntas mientras las
hojas afuera se mueven. Mientras el universo brinda un trago y yo me quedo sin
hierbas. Qué estará pasando, te digo esta pregunta ha rondado ya incasablemente
mi cabeza. Ciertamente me gustaría poder responderte pero la lentitud versus
rapidez de la inercia ya es muy polar, tan polar como esta gravedad aberrante y
esta inconsistencia restante, como estar mirando la vida pasar a través de un
vidrio sucio y oscuro, y sentir que todo es un silencio majestuoso mientras
camino dentro del túnel con los minutos mofándose de mí.
Me gustaría saber muchas respuestas al sin fin
de interrogantes, ¡oh sí! Y bailar y sonreír siempre electrizante… Pero tengo
que decirlo, heme aquí y ahora amordazada por mis propias manos, ya no sé si
camino y hablo o si será todo una ilusión apestosa, otra más del barro donde me
he hundido lentamente o he caído por gravedad. Qué más da.
Así que sé que me miras frío, cíclope de rayos
negros, como si el mundo estuviese a punto de acabar pero intentas sostenerlo.
Me siento tan inerte, tanto, tanto que he dudado mi existencia, ocuparé ¿pastillas
anti realidad? ¿Será esto decadencia? Si lo pudiera descifrar digo una vez más,
si fuese yo capaz, dejaría entonces abiertas las puertas, arrancaría el techo
de la casa, podría mudarme de planeta, irme lejos a mirar estrellas que por
aquí no pasan, pero eso es fantasía bipolar
y hoy estoy amordazada, sí amordazada a esta realidad.
Que todo es vanidad, dejo caer mi cabeza en la
almohada, todo es vanidad, las horas parecen malgastadas quisiera no acabar,
justamente en medio de la hoja blanca una salida encontrar pero siempre viene
una sonrisa a estallar, la esperanza a engañar o alentar, los arreboles nauseabundos
llenos de prisma y más, quién soy yo para acabarme, acabarlo todo al final, en
quién me he convertido o qué disfraz me vine a encaramar, sabré yo de las
verdades que aguardan en el despertar, o seré más que una niña parte de algún
mar…
Quise huir contigo, te repito en silencio, no
me escuchas y no invento, me he desintegrado sin dudar, ¿estarás ahí por algún
lado? Los gritos vienen y se van. De pronto todo parece encajar, los cabos se
vuelve a atar, es este el ciclo del que hablaba, y otros ciclos que en su
función van. Me limpio la gabacha, saco de mi bolso aquella cucaracha y el
ancla de collar, apretándolo a mi mano ésta sangra, cae luego una carta,
palabras y llantos vuelven en mi cabeza estallar.
Entonces miro la montaña, el viento que corre,
el ventanal, miro la libertad de los pájaros que se lanzan sin dudar, me siento
libre y angelical, tal vez lo logre, tal vez pueda, tal vez llegue a terminar.
Ana Lía Casvar
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