Quisiera poder escuchar aquel soneto que sueles componer al pasearte inapropiada, lenta y seductoramente por los confines de mis más retorcidos recuerdos, provocando la vivencia de algún gesto o maña tuyo en la continuidad de mi holocausto, es decir mi vida, que no es más que otro simbolismo de la muerte.
Y por un momento se me pega esto al pecho, quisiera solamente entenderte... ¿Por qué persigues mi felicidad con tanta obstinación? Y ¿por qué te aferras a mí con esa alevosía tan contagiosa? ¿Acaso resulto ser tu escape más apetecido? O sencillamente ¿soy tu más viejo y arraigado pasatiempo? Lo curioso es que ni siquiera vives en la línea cronológica del tiempo propiamente, sólo te gusta jugar con él, a cómo te gusta hacerlo con todo.
Días atrás, en una disputa interna, ¡tomaste poderío de mi cabeza y hasta de mi lengua! Me hiciste decir algo que va ya en contra de mí y de mi actual realidad... Sólo me queda por afirmar que funcionas a perfección "hecatombe" y sumamente ególatra cuando me despisto sin querer y te escurres de mi control, eres peor que una adolescente encaprichada... ¡Me traes tanto dolor de cabeza! ¿Cómo es posible que hayas "crecido" a tal extremo que ahora (aunque me necesitas de igual manera) te crees tan autosuficiente? Admito que me asombro del potencial que tienes y de cómo tu veneno, si lo permito, es capaz de esparcirse velozmente por todos los sectores más paupérrimos de mi ser, a su vez, descomponiendo y queriendo descomponer vívidamente el buen trabajo interno que he estado haciendo. Eres vil y tu fría composición abominable a cualquiera manipula con tus fuertes emociones dulces... ¡Falsedad completa!
A veces me resultas una absoluta pesadilla viviente, o algún tipo de espíritu negativo que se empecina en poseerme y vivir a través de mí. No sé cuál sea la situación real y ya no importa, lo que ahora estoy sospechando es que te has vuelto a esconder para poder luego salir manifestando ignorancia completa. Otra de tus obras maestras: El oportunismo.
Realmente causas daño pero es curioso tu forma de hacerlo, sin embargo me niego a darte lo que buscas (sí, destrucción) pues cuando ni te escucho te veo desvaneciendo y es entonces cuando corres hacia mí buscando mi zona de riesgo con tal de no dejarte morir. ¡Ja! ¡Cómo temes morir!
Pero... ¿Qué realmente significa la muerte para ti? Quiero decir, puesto que tu forma de vida es otra ¿por qué te alimentas de las muertes simultáneas que a veces me provocas y que poco a poco se carcomen todo a su paso, dándome siempre la falsa ilusión de que eres simplemente lo más importante y lo único que "verdaderamente" tengo?
Muchos "¿por qué?" Y tan diversos. Ahondando los ahora, ahogándolos en una asfixia interminable, casi como tu poderío, casi, sólo casi.
Al final soy yo quien elige, pero hasta en mis elecciones asomas tu nariz viscosa, porque mantienes una atención exagerada a todos los eventos de mis conexiones mentales, hurgando en cuál momento hay terreno flojo para hacerme patalear en el charco con esos, tus encantos tentadores, que mucho me confunden y a veces aun me desarman...
Sin embargo veo luz, a pesar de los estragos y de tantos años, la luz siempre se ha mantenido latente, apenas le echo un vistazo y es en estos momentos en los que más me gustaría recordar aquella tonada que anuncia tu arribo, callar a mi mente y sus tormentosos ruidos y en medio del silencio adivinar tu camino por el golpe imperante de tus pasos en mi consciente dormido. Vienes todo el tiempo como un ratón escurridizo, aguardando sigiloso entre mi pasado e inyectando dolor en lo que no produjo sentimientos positivos. Tendrás que entender que he aprendido a reconocerte entre la maraña de mi oscuro bosque perdido, aunque no precisamente te miro, aunque no conozco el olor de tu cuerpo invisible, sin embargo tu voz fuerte y maliciosa es un imperdible navío.
"Nota al Ego"
Ana Lía Casvar
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